"No me da la vida". El estrés diario de una madre

Cuántas veces te lo dices al día, a la semana... o llamas a una amiga para desahogarte contándole que te faltan horas para llegar a todo?

estrés diario de una madre

Que levante la mano la primera que haya dicho alguna vez: "no me da la vida", "ojalá el día tuviera más de 24h", "¿cómo lo consiguen los demás?".

Me fascina que sea un automatismo tan intrínseco en nuestras vidas, en esta época que nos ha tocado vivir. Yo la primera.

Siento que las mujeres que iban a lavar la ropa al río, caminaban kilómetros para coger agua del pozo, esperaban horas a que su guiso en puchero de barro hiciera "chup-chup", no iban diciendo a sus amigas cuando quedaban a jugar al cinquillo: "es que hoy no me ha dado la vida".

Por qué ahora no nos alcanza para cumplir con los quéhaceres diarios

Fácil, porque las expectativas de productividad están por las nubes. Es así de sencillo. Ah, sí y por algo bastante importante también, porque no vivimos en tribu, en comunidad, en familia.

Yo hablo con mi suegra que va a hacer este mes 80 años, y ella recuerda una infancia feliz, criándose con sus hermanas, su madre, su abuela, sus tías, sus tías abuelas... Y mi primer pensamiento es: "¡Coño, así cualquiera cría a los niños de la casa!"

Y es que adaptarnos a la vida de ahora, no es nada fácil para las familias, para las mujeres, ni tampoco para los hombres. Todos tenemos un nuevo rol en el pilar fundamental, el primer estrato social: la familia.

Ahora todo es rápido, inmediato, información ya, al alcance del dedo índice.

Y queremos que el entorno, por supuesto, sea igual.

Todo hecho, todo recogido, el ejercicio físico del día, la comida saludable, las camas hechas, las lavadoras puestas y la ropa seca doblada a lo Marie Kondo en los cajones perfectamente colocados de cada miembro de la casa, y a poder ser, en orden de gama cromática...

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Por eso decimos "no me da la vida".

¿A quién sí le da la vida?

Las mujeres de antaño, con ir a lavar la ropa al río y hacer la comida de ese día, ya estaba. Hacían "check" a sus "to do's" y eran más felices.

Al menos eso pienso yo.

Al menos así lo siento cuando mi suegra, mi abuela u otras mujeres de otra generación, me cuentan su vida, sus experiencias y sus anhelos.

Y es que no tenían más anhelos que vivir el día a día y que todos sus seres queridos estuvieran sanos. Aquí y ahora.

Entonces, ¿hacia dónde estamos yendo? Porque la realidad es que las estadísticas de ansiedad y depresión, asustan. Sólo en España en 2022, el 6,7% de la población sufre ansiedad y el mismo porcentaje, sufre depresión, afectando más a las mujeres que a los hombres, según los datos recogidos por la Confederación de Salud Mental de España.

Ni voy a tocar los números en adolescentes y jóvenes porque asustan, al menos no voy a entrar en eso en esta entrada.

Pero en serio, ¿qué está pasando? ¿Es una pandemia silenciosa que nos lleva por delante? La ansiedad se dispara, la depresión se dispara... y nosotras diciendo que no nos da la vida.

Ahora piensa, y esto es importante...

Pero no te da la vida, ¿para qué?

Y he aquí el quiz de la cuestión. ¿Para qué no te da la vida? ¿Qué es eso tan importante que necesitas hacer a diario y no te da tiempo?

Mis últimas clientas, hacía más de un año en su mayoría, que no se hacía un control rutinario de análisis de sangre, incluida yo.

"Es que no tengo tiempo", "es que no quiero pedirle el favor de llegar tarde al jefe", "es que yo estoy bien", "me da un montón de pereza"...

Y otros cuentos que nos contamos.

Piénsalo, ¿para qué no te da la vida?

Quizá no te da la vida para cocinar de forma saludable, para ir al gimnasio, para ayudar a tus hijos con los deberes, para tener la ropa doblada, para imprimir las fotos que tu hija debe pegar en la cartulina para su exposión del jueves, para hacer la compra de los básicos de la semana, para meditar, para leer 20 páginas al día del último best seller de crecimiento personal, para leer esta entrada del blog de Marta Frutos, para llamar a tu madre y escuchar sus miles de cosas sin importancia (para ti), para ver ese webinar gratuito que te saltó en Instagram de publicidad...

Ufffff

Eso, frena. ¡Qué agobio sólo de leerme!

Vaya tela. Se nos ha ido el foco. Se nos ha ido totalmente. Y así estamos, incrementando cada año el % de ansiedad y depresión. Tirando de ansiolíticos, melatonina o valeriana para poder descansar aunque sean 6 horas y vuelta a empezar al día siguiente.

Se nos está yendo de las manos.

Este post no era más que un punto de reflexión. Como bien dijo Ana Aldea en la entrevista del podcast: "Yo no soy quién para dar consejos a nadie".

Pero sí que quiero sacudirte un poco. Nunca he sido una mujer templada, siempre he sido reivindicativa, disruptiva, guerrera y contestataria.

Me callaban porque yo incomodaba a los que me escuchaban. Pero eso es otra historia.

Todo esto para que hoy, te plantees, solamente, y si quieres escríbelo en tu cuaderno: ¿Para qué no me da la vida?

Si os parece, lo comentamos juntas en los comentarios de este post y así de paso, hacemos instrospección juntas.

Abrazo grande, soñadora.

Marta.